Mahjong y la sabiduría de avanzar sin certezas El juego del Mahjong consta de 144 fichas, organizadas en 36 grupos de cuatro fichas idénticas, adornadas con figuras y símbolos orientales. Estas fichas se disponen en forma de pirámide tridimensional y, a diferencia de otros juegos en dos dimensiones, forman varias capas que impiden ver la totalidad de los elementos al mismo tiempo. El reto consiste en encontrar las 72 parejas posibles, pero solo entre aquellas fichas que estén en una posición válida para ser seleccionadas, es decir, que tengan al menos un borde libre. Al emparejar dos fichas, ambas se eliminan del tablero, dejando al descubierto las que estaban debajo. Tengo la impresión de que este juego está diseñado para que el jugador, normalmente, termine perdiendo, pues llega un momento en que ya no hay más opciones disponibles. Y ahí está precisamente su encanto, por lo cual lo considero útil: mientras el sistema no indique que no hay más movimientos posibles, se puede estar seguro de que aún queda, al menos, una posibilidad por descubrir. Aunque en la versión digital del juego existe una función que permite mostrar una jugada posible, creo que lo más sabio es no recurrir a ella y persistir hasta encontrar la solución por cuenta propia. No importa si esa jugada era la última disponible: el aviso de que no hay más opciones es una señal clara de que se ha agotado todo lo que era posible descubrir mediante una observación minuciosa. Es algo así como: “Perdiste esta partida, pero ganaste en habilidad para observar y perseverar”. Sin duda, deben existir estrategias, y es probable que ganar o perder dependa en gran medida de las decisiones tomadas en cada momento. También es innegable que el Mahjong tridimensional conlleva una buena dosis de azar. Por eso, más que el número de partidas ganadas, lo valioso está en el ejercicio constante de la atención, que permite llegar cada vez más rápido al punto en que ya no se puede avanzar. Y tal vez ese sea un buen punto de reflexión para cualquier proyecto, o incluso para la vida misma: tener un propósito, conocer nuestras capacidades, aceptar nuestras limitaciones y, en cada momento, elegir el pequeño paso que consideremos correcto, sin esperar a tener plena seguridad. En ese sentido, perder se convierte, muchas veces, en una forma de ganar.

Join Media.com for Exclusive Access

Enjoy and share content from a verified online community. Create your FREE Media.com profile today!